Proyecto Perpetuando la Red LAC.
Realización: Red LAC y Museu da Pessoa.
Entrevistada: Hilda Amasifuén Picota.
Entrevistadora: Vanete Almeida (Rede LAC).
Lugar de la entrevista: Local del Club de Madres Rabin Rama.
Fecha de la entrevista: Diciembre 2007.
Transcripción: Joana Rodríguez.
Buenas tardes, Hilda, gracias por recibirnos en tu hogar y compartir un poco de tu historia, de tu experiencia y de tu trabajo, porque conocemos que eres una lideresa indígena.
Hilda – Sí, gracias por la visita también. Estoy lista para apoyarte y hay alguna pregunta para responderte.
Bien, Hilda, entonces empezaremos conociendo tu nombre completo, tu edad y lugar de nacimiento.
Hilda – Mi nombre es Hilda Amasifuén Picota, mi comunidad es Nuevo Saposoa, tengo treinta y nueve años de edad.
Bien, y el nombre de tus padres y de tus abuelos, ¿nos podrías decir?
Hilda – Mi papá se llamaba Américo Amasifuén Román y mi mamá se llama Cemira Picota Huaya. De parte de mi papá, su papá se llamaba Ramón Amasifuén. Entonces, mi abuelita se llamaba Quiteria Román Linares, cuando yo era niña falleció mi abuelita, no sé su característica de mi abuelita. Pero de parte de mi mamá sí: mi abuelita se llamaba Izabel Huaya Canayo y mi abuelito Juan Picota Romeina.
Hilda, ¿qué conoces del origen de los abuelos por parte de tu mamá?
Hilda – Bueno, mi papá, mi abuelito era un agricultor. También ellos primeramente vivían por bajo Ucayali, por Orellana. Lo que me contaban, que ellos vivían por Tambomayo y mi abuela también vivía ahí, sus padres le entregaron a mi abuelito a mi abuela y lo hicieron juntar, yo creo que no se enamoraron, sino que sus padres le entregaron a mi abuela porque así era nuestro costumbre, era así antiguamente. No se enamoraba sino que los padres le gustaba un hombre trabajador, pescador, entonces ya le entregaba, aunque la chica no quería, pero así le entregaba. Y mi abuelita tenía 10 añitos y mi abuelo tenía 17...
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Realización: Red LAC y Museu da Pessoa.
Entrevistada: Hilda Amasifuén Picota.
Entrevistadora: Vanete Almeida (Rede LAC).
Lugar de la entrevista: Local del Club de Madres Rabin Rama.
Fecha de la entrevista: Diciembre 2007.
Transcripción: Joana Rodríguez.
Buenas tardes, Hilda, gracias por recibirnos en tu hogar y compartir un poco de tu historia, de tu experiencia y de tu trabajo, porque conocemos que eres una lideresa indígena.
Hilda – Sí, gracias por la visita también. Estoy lista para apoyarte y hay alguna pregunta para responderte.
Bien, Hilda, entonces empezaremos conociendo tu nombre completo, tu edad y lugar de nacimiento.
Hilda – Mi nombre es Hilda Amasifuén Picota, mi comunidad es Nuevo Saposoa, tengo treinta y nueve años de edad.
Bien, y el nombre de tus padres y de tus abuelos, ¿nos podrías decir?
Hilda – Mi papá se llamaba Américo Amasifuén Román y mi mamá se llama Cemira Picota Huaya. De parte de mi papá, su papá se llamaba Ramón Amasifuén. Entonces, mi abuelita se llamaba Quiteria Román Linares, cuando yo era niña falleció mi abuelita, no sé su característica de mi abuelita. Pero de parte de mi mamá sí: mi abuelita se llamaba Izabel Huaya Canayo y mi abuelito Juan Picota Romeina.
Hilda, ¿qué conoces del origen de los abuelos por parte de tu mamá?
Hilda – Bueno, mi papá, mi abuelito era un agricultor. También ellos primeramente vivían por bajo Ucayali, por Orellana. Lo que me contaban, que ellos vivían por Tambomayo y mi abuela también vivía ahí, sus padres le entregaron a mi abuelito a mi abuela y lo hicieron juntar, yo creo que no se enamoraron, sino que sus padres le entregaron a mi abuela porque así era nuestro costumbre, era así antiguamente. No se enamoraba sino que los padres le gustaba un hombre trabajador, pescador, entonces ya le entregaba, aunque la chica no quería, pero así le entregaba. Y mi abuelita tenía 10 añitos y mi abuelo tenía 17 años. Cuando la chica no se acostumbraba, los padres le pegaban a la chica y las chicas sufrían demasiado. Recibían maltratos por parte de sus padres.
Bien, ¿qué conoces del nacimiento y de la infancia de tu mamá?
Hilda – Mi mamá nació allá en Tambomayo y creció. Cuando tenía 7 años le matricularon en la escuela primaria, ella estaba estudiante tercer grado y le entregaron el hombre que le gustó a sus padres y ella no le quería a ese hombre, dice que mi mamá dormía con su abuelita y su abuelita no le quería ese hombre y su abuelita le decía “ven a dormir conmigo” y mi mamá dormía con su abuelita y así se separó del hombre, y de ahí ya vinieron acá en Yarinacocha y mi mamá ya no estudiaba, y ahí ya empezó a trabajar en artesanía y agricultura. Mayormente a nosotros, como pueblos indígenas Shipibos, trabajamos en la agricultura y las mujeres trabajaban en artesanía, pero apoyan a sus esposos también en la chacra, en agricultura.
¿Por parte de tu papá, tu familia también pertenece al origen de los pueblos Shipibos?
Hilda – También son. Mayormente nosotros conocemos a los que son del río Pisque… Los que son del río Pisque más son Shipibos. Los que ya están el río Ucayali son Conibos. Entonces se mezclaban con Shipibos y conibos, por eso es lo que ahorita nosotros como ya están mezclados y a las dos ya los mencionamos Shipibo conibo.
¿Y cómo se diferencia un Shipibo de un Conibo? ¿Qué nos explicas?
Hilda – En hablar mismo, en nuestro idioma mismo también. Por ejemplo, los del Alto Ucayali hablan en forma un poco diferente, pero los del río Pisque también son como cantando se habla…
El tono, más que todo, y también las palabras y algunas cosas puede ser, alguna cosa también, lo mismo, pero decimos con otras palabras.
¿O sea, una palabra que ellos dicen para ustedes significa otra cosa?
Hilda – Sí, entonces, ahora ya casi poco a poco ya estamos entendiéndonos, porque antiguamente, anteriormente era un poco la palabra que decía. Yo mismo me confundía. Mi papá es de río Pisque y a mí me decía, cuando era niña me decía, “párate” con otra palabra, entonces mi mamá me decía para parar con otra palabra, entonces yo no entendía, entonces le preguntaba a mi papá y me decía esto así y así me sentía bien, entonces me informaban bien, y ahí yo ya entendía las dos bien. Mi papá otra cosa, mi mamá otra cosa, pero era la misma.
¿Usted podría decir que hablaban como un dialecto?
Hilda – Sí, sí, como un dialecto, pero era decir la misma cosa con otras palabras.
Hilda, acabas de decirme que no conoces casi nada de la vida de tu abuelo por parte de tu padre porque fallecieron cuando tú eras niña, pero seguramente conocerás cómo ha sido la infancia de tu papá, que te ha contado, a lo mejor, él mismo antes de fallecer.
Hilda – Mi papá sí me contaba muchas cosas. Él, primero, vivía por el río Pisque, pero después ya vino a vivir por el río Aguaytía. Él vino con sus padres, primero hicieron sus chacras y vivió ahí y nombró la comunidad Santa Rosa de Aguaytía y ahí ha crecido mi papá. El fundador de Santa Rosa de Aguaita es mi abuelito de parte de mi papá, el abuelo es fundador de la comunidad e invitó a sus familiares de otras comunidades para que vengan a vivir. Ahora ya es comunidad grande. Mi papá trabajó en agricultura y, después, trabajó en magisterio. Había un profesor, de ILV había llamado, el señor Teobaldo Ochavano y él fue a enseñar en Santa Rosa de Aguaytía. Y ahí ha visto un niño que puede ser como un profesor, entonces él invitó para que venga a estudiar en Instituto Lingüístico de Verano y mi papá capacitó para que sea profesor y salió elegido como profesor.
Sí, antiguamente las personas que sabían un poco, sabían leer y escribir, realizaban las funciones de maestro para la comunidad, verdad?
Hilda – Y así fue. Mi papá ya había estudiado en su misma comunidad. Y el profesor también ha visto que tenía la capacitad de ser profesor, de estudiar más. Entonces, el profesor mismo lo trajo acá para que estudie más, le capacite más, y fue elegido como profesor de la comunidad. Los extranjeros de ILV le dijeron que vaya a trabajar en su misma comunidad, como profesor.
Y cuéntanos un poquito lo que sabes de tus padres, ¿cómo se conocieron?
Hilda – Mi papá no conocía antes a mi mamá, porque él vivía en otra comunidad y mi mamá vivía en la comunidad que es Nuevo Saposoa, pero mi abuelo, el papá de mi mamá, también era lingüista. ILV también le ha traído para que capacite a las comunidades e iba en avión a diferentes comunidades a capacitar sobre el tema educación. Entonces, mi mamá ha venido acá con mis abuelitos. Mi papá también ha venido acá a estudiar; entonces, primero mi papá se reunió con mi tía. Mi papá ya tenía su primera mujer, donde ella tenía 2 hijos, pero cuando vino acá encontró a mi tía, la hermana mayor de mi mamá y ellos se enamoraron ya y se juntaron. A los extranjeros de ILV no les gustó. Su mujer vino, sabiendo que su marido ya tiene otra mujer, entonces vino a reclamar ante los gringos. Y los gringos, como ya le conocían a mi abuelito, han salido a favor de mi abuelo y le dejaron que se casen y ahí le llamaron atención a los dos y le preguntaron, han hecho elegir “¿con qué te vas a quedar? ¿Se quedas con lo que está ahora? Tienes que atender tus hijos”. Ahí mi papá escogió a mi tía y los lingüistas de los Shipibo ya lo hicieron sus documento para que casen civil.
Como mi papá vivía con mi tía, mi mamá también vivían juntos ahí; mi papá ya miraba a mi mamá, ella es la menor de mi tía, y se enamoró. Cuando mi tía ya tenía 2 hijos, cuando nació Ramón, mi papá le pidió mano a su papá y su papá le entregó a mi mamá y mamá también aceptó y viajaron juntos a la comunidad de Santa Rosa y ahí se quedó embarazada de mí con mi papá, y mi tía se quedó en la casa de sus padres.
¿Qué numero de hermanos eres?
Hilda – Soy la última.
¿Qué cuenta tu mamá de tu nacimiento?
Hilda – Nací en Nuevo Saposoa, pero el parto dice que fue muy difícil. Tres días con el dolor estaba. Y como antes parteras tampoco casi no había, pero había una señora que sabía cómo atender el parto, la señora partera. Pero ella no estaba, ella estaba de viaje durante tres días; cuando llegó ella dice que le atendió y nací sanita y cuando nací dice que querían todos, porque mi ojo era gata y me querían mucho. Eso me cuenta mi mamá.
¿Estaba sola?
Hilda – Sí, con la familia, pero ya no podía. Mi mamá ya estaba cansada y vino la señora que estaba de viaje. Y me dice que ha sufrido el parto y después ya fue bien.
Pero valió la pena el sufrimiento, porque nació Hilda, una representante de la región Ucayali que ha tenido la oportunidad de visitar varios lugares a niveles nacional e internacional… Hilda, regresemos un poquito a tu infancia, ¿dónde has vivido tu infancia, cómo era el lugar en que tú vivías?
Hilda – Bueno yo vivía en la comunidad de Nuevo Saposoa. Nací, también crecí y ahí estudié y hasta terminé mi secundaria en la comunidad. Y como antes no había colegio en las comunidades, entonces tenía que venir acá a Yarinacocha para seguir estudiando la secundaria. Yo no quería dejar tampoco, como mi papá era profesor quería seguir estudiando, seguir tranquilamente, pero me quedé hasta el tercer año de secundaria y me enamoré y me casé. Y ya no estudié.
Pero hay oportunidad para que tú puedas ahora terminar tu secundaria...
Hilda – Ahorita estoy estudiando en colegio particular San Martín de Porres. Estoy ya en cuarto año, porque ahí, en particular, está un año por dos ciclos.
Qué bien... ¿Y cómo era tu casa en Saposoa?
Hilda – Mi casa era así, de hoja.
¿Y el piso?
Hilda – Mi piso era pona, porque nosotros nunca tenemos tabla sino usamos pona, no está cerrado, está libre. Esa es la característica de las casas de los Shipibos.
¿Cuántos hermanos son ustedes?
Hilda – De parte de mi mamá, soy la única y de parte de mi papá somos cuatro.
¿Cómo se llaman tus hermanos?
Hilda – Mi hermana mayor, Velgencia Amasifuén, después, Ramón Amasifuén y Edilberta Amasifuén, la última – la winsha como decimos acá.
¿Qué hacía tu familia, a qué se dedicaba?
Hilda – Mi papá era profesor, enseñaba en las comunidades. Primero, trabajó en la comunidad de Santa Rosa, después en Patria Nueva, después trabajó acá en Santa Clara, en Yarinacocha. Pero no sé cuantos años habrá trabajado en las comunidades, no me acuerdo.
¿Cómo describirías a tu papá?
Hilda – Mi papá era buena persona, era responsable, se preocupaba por nosotros, preocupaba porque quería vernos superando. Yo agradezco a mi papá y agradezco por lo que salí adelante, agradezco a mi mamá. Murió mi papá y mi mamá siguió apoyando, salió adelante. Y también a mi esposo. Yo, que viajo en diferentes lugares, gracias a Dios que conseguí esa clase de persona, no veo que mi esposo me trata mal cuando viajo, más bien me ayuda, me apoya, comprende... entonces, nos entendemos bien.
Hay que felicitar también al esposo que te da la oportunidad de seguir trabajando por tu pueblo y por la región Ucayali.
Hilda – Sí, eso es también porque él también fue dirigente y sabe muy bien cómo es cuando entramos en la dirigencia. A veces, cuando en las reuniones las mujeres conversamos, hay mujeres que me dicen: “yo quiero participar pero mi esposo no quiere, cuando voy, mi esposo me va a pegar, a maltratar”. Entonces, en cambio, digo “yo más bien cuando salgo le comunico”. Me quedo en la mesa de concertación de trabajo hasta las doce de la noche, venía y pensaba que mi esposo se va a molestar y no fue así. Eso también me da ánimo de participar en todas las reuniones.
Que bueno que tu esposo apoye tu trabajo, porque sabemos que no hay sábados, ni domingos ni feriados, ¿no Hilda?
Hilda – Sí, así es. Más bien no quiero quedarme ahí. Yo tengo que luchar por mi pueblo, porque veo que las mujeres están a veces abandonadas, discriminadas, marginadas, maltratadas, a veces por sus esposos. Por eso, me voy a la radio, porque tenemos un programa radial también, el espacio que yo tenía que decir a las mujeres y a los varones que piensen que todo el tiempo no podemos estar maltratados. Tenemos la capacidad de superar ¿no? Y las mujeres tenemos que mirar al futuro que queremos, eso que podemos hacer de aquí a cuantos años.
Volviendo a tu infancia, ¿qué te gustaba hacer cuando eras niña?
Hilda – Me gustaba hacer, más que todo, el deporte, hasta ahora me gusta.
¿Y cuáles sus juegos favoritos? ¿El fútbol?
Hilda – Sí, el fútbol. Hasta ahora sigo y veo que mis hijos también son así. Dos varones que están en las selecciones, ¡me alegro A veces, me voy cuando ellos juegan, me voy a ver y me animo.
Y esa habilidad de hacer la cerámica, los bordados, los tejidos, ¿ustedes los tienen como una tradición, como parte de su costumbre?
Hilda – Sí, hasta ahora lo mantenemos, porque estoy haciendo bordado. A la edad de ocho años mi mamá me enseñó a hacer bordado, entonces me dediqué también a hacer collares, pulseras. Cuando tenemos interés de aprender, aprendemos. Y ahora también estoy enseñado a mis hijas. A pesar de que ellos se van a estudiar, cuando vienen me ayudan a hacer artesanía.
¿Tu primaria la estudiaste en Saposoa?
Hilda – Y la secundaria acá, en el colegio C.N.Y, en Yarinacocha.
¿Hay alguna anécdota que tú recuerdes o que te guste recordar de tu infancia?
Hilda – No, no me acuerdo.
¿Y de la juventud? ¿Dónde vivías cuando eras joven?
Hilda – Acá en Yarinacocha.
¿Cuáles son tus diversiones, qué te gusta hacer, me dices que lo que más practicas es fútbol?
Hilda – A parte de eso, me gusta hacer artesanía y también me gusta capacitar. Es importante capacitarnos, actualizarnos y eso es lo que me gusta, donde hay capacitaciones, donde que hay talleres, estoy ahí presente.
¿Cómo eran las fiestas en tu comunidad?
Hilda – Antes, las fiestas eran bonitas, porque hacían con bombos.
¿Qué fiestas? ¿Cómo se llamaban esas fiestas?
Hilda – Fiestas hacían cuando cortaban cerquillo. Una niña cortaba el pelo para que ya esté ante la sociedad como una mujer. Como ustedes hacen 15 años, nosotros también lo hacíamos con el corte de pelo.
Y la niñez, ¿qué ropa ustedes usaban?
Hilda – Y en la juventud también lo ponemos nuestra vestimenta con adornos con semillas de plantas y árboles. Yo lo tengo hasta ahora, yo pongo mi vestimenta y adornos, no puedo dejar. En algunos encuentros, reuniones, me voy con mi vestimenta. Para mí, es importante, porque así nos reconocemos como pueblo indígena.
¿Cómo era la rutina de jovencita?
Hilda – Yo me dedicaba a los estudios, trabajaba en mi casa haciendo artesanía, pero después, ya cuando en la edad de 20, 21 años, trabajé en programa de asistencia directa. Organizamos una organización de mujeres Shipibos en el tiempo de Alan García, gracias a la señora Pilar Nores de García, que nos había dicho que cada comunidad o pueblo indígena debería organizarse para conseguir algún apoyo: vasos de leches, comedores populares. El año 86, organizamos a los clubes de madres en diferentes comunidades del río Ucayali
¿Cuántos anos tenías ahí?
Hilda – Yo tenía veintiún años.
O sea, desde muy joven estás en el movimiento de mujeres...
Hilda – Ahí nos organizamos en una organización regional de desarrollo de mujeres indígenas. También ahí trabajamos y me eligieron como secretaria y salimos para organizarnos como mujeres, formamos el Club de Madres Rabin Rama.
¿Ya eras casada? ¿Cómo conociste a tu esposo?
Hilda – Él vino a estudiar aquí en el colegio La Inmaculada. Había una organización de jóvenes indígenas acá, en la región Ucayali, que apoyaba a los becados, había un proyecto para apoyar a los indígenas estudiantes acá en secundaria. Mi esposo fue becado, él es del Alto Ucayali y vino a estudiar aquí en la Inmaculada. Y ahí, cuando íbamos a jugar en la comunidad de San Francisco, conocí a mi esposo.
O sea que fue el deporte que los aproximó… ¿Qué recuerdas de tu matrimonio?
Hilda – Nosotros nos enamoramos, yo también tenía un poco de miedo de mi mamá. Mi papá vivía con mi tía. Él me dijo: “Voy a casarme contigo” y yo no creía. Al final, nos reunimos, acá, en este terreno.
¿El hecho de que él te propusiera casamiento te alegró mucho, porque me cuentas que el temor más grande era que tu mamá te entregara?
Hilda – Nos reunimos y mi mamá me dijo: “yo no quiero ver de repente te vas a embarazar, te van a abandonar y al final quedarte sola. Tú ya tienes que reunirte, antes que te embarazas”, me dijo mi mamá. Y nos reunimos.
Dios te ha bendecido con un hombre responsable que se enamoró de ti, te propuso casamiento, se casó y ahora tienen cuatro hijos.
Hilda – Mi primera hija se llama Jerly Rossy Ventura Amasifuén. La segunda Ruth Erika, el tercero se llama Erick Laureano, su nombre es de su abuelo de parte de su papá y el último tiene el nombre de su papá, Paolo Bernabé. Dos mujeres, dos varones.
¿Cómo fue el nacimiento de tu primera hija?
Hilda – Yo también sufrí, pero me alegró. Me alegré porque voy a tener mi hija. Era mujer y tú sabes: cuando nace una niña pensamos que ella me va ayudar. Cuando va a ser grande, yo le voy a apoyar para que estudie, ayudar para que sea profesional, eso es lo que pensé. Y ahora, pues están estudiando. Ha terminado la secundaria, porque no ha seguido. Ha tenido su hijita. Yo le digo “te voy apoyar para que sigas estudiando”. Y la otra está estudiando en la UNIA, está haciendo el tercer ciclo, educación primaria bilingüe.
¿Cómo ha cambiado tu vida la maternidad? El hecho de tener, de repente, un ser contigo, que vas a traer el hijo al mundo…
Hilda – He sentido que mis hijas van a nacer, voy a ser madre y tengo que luchar por ellas. Tengo que trabajar por ellas. Si no trabajo, ellas no van a salir adelante. Ahora, como ya son jóvenes, yo me alegro bastante, porque están estudiando y trabajando. Consideraron también como conductora de un programa radial y eso es que me alegro. Ya no soy sola, ellas me apoyan.
¿Estás contenta con ellas, estás orgullosa de que ellas están siguiendo tus pasos?
Hilda – Eso lo que me dicen…
Esto fue de tu apoyo y quizás de tu mamá...
Hilda – A veces, cuando yo viajo por el río, entonces mi mamá me ayuda, ellos se quedan con mi mamá y ella también me apoya.
Vamos a continuar y conocer cómo se inicia el Movimiento de Mujeres. ¿Cuándo y de qué manera te involucraste en ese movimiento de mujeres?
Hilda – Antes, nosotros no éramos organizados. En el año 86, gracias a Pilar Nores de García, las mujeres debíamos organizar acá en la ciudad, formar clubes de madres en cada comunidad. Entonces, formamos un club de madres que se llama Club de Madres Rabin Rama, para conseguir algunos donativos del gobierno. Porque daban comedores populares cuando eran organizados. Formamos, así, un club de madres para poder conseguir algo.
En el movimiento, ¿qué actividades han marcado más?
Hilda – Bueno, mayormente las mujeres Shipibos trabajamos en artesanía, porque es la única fuente de ingreso económico, porque con eso también educamos a nuestros hijos, vendiendo los productos artesanales en la ciudad. Cuando vinimos, ya no trabajamos en la agricultura, no trabajamos de pesca, pero los que viven en la comunidad siguen trabajando con eso.
¿Significa, entonces, que formar parte del movimiento de mujeres, participar directamente en ellos, ha cambiado tu vida?
Hilda – Yo me capacité porque hay una institución que nos está apoyando, que es CIPA. Nos ha capacitado en el año 90, porque anteriormente solamente los varones eran organizados. No apoyaban a las mujeres, financiaban a los varones organizados. Pero vino una mujer como directora de CIPA y me llamó a mí. Mi esposo – él también era dirigente – y me dice: “Señorita quiere conversar contigo”. Yo ya había formado el club de madres y me fui a conversar. Y me dice: “sabes que ustedes, como mujeres indígenas, tienen que capacitar, tienen que organizar, tienen que ver el desarrollo de sus pueblos”. Y me animé a organizar nuevamente y ahí es lo que capacitamos, trabajamos organizadamente en artesanía y nos apoyó bastante. Hasta ahora, sigo capacitando a nivel regional e internacional.
¿Qué hacías antes, cuál era tu rutina antes de llegar a la organización, dónde trabajabas?
Hilda – Antes, no trabajaba. Yo solamente estaba en mi casa, trabajaba en artesanía y no trabajaba en las organizaciones. Después, ya trabajé en programa de asistencia directa, como coordinadora de las mujeres. Trabajé en el PAD – Programa de Asistencia Directa.
Hilda, en nivel internacional, empezaste a participar de la Red de las Mujeres Rurales. ¿Cuándo fue tu primera participación?
Hilda – Primero, nos habíamos organizado en el encuentro regional en Taratopo; después, el encuentro nacional fue en Lima. Ahí es que me eligieron y después viajé a Fortaleza, Brasil, en el año de 1996.
¿Y cómo llegas a la Red?
Hilda – Bueno, nosotros éramos organizados por la Cipa. Había una directora que convocó una reunión. Como yo era la presidenta de las mujeres acá, residente en Yarinacocha, la señorita me invitó para viajar a ese encuentro. Entonces, viajamos dos personas – yo y mi hermana – y ahí fue elegida mi persona y participé. He visto muchas mujeres que tenían experiencia, eran profesionales participando. Y yo, que tenía miedo, pero tenía que hablar por mi pueblo, decirle qué necesitamos como mujeres acá en la región Ucayali.
¿Qué más te impacto, más te marcó en este primer encuentro?
Hilda – Yo me admiré de que mujeres de otros países eran bien organizadas y nosotros, pueblos Shipibos y de la región Ucayali, poco menos faltaba, todavía yo tengo que organizar y así fue. Vine y veo las mujeres: nosotras tenemos la capacidad de hacer todo lo que hacen los varones. Ellos nos dicen que no tenemos capacidad, veo que las organizaciones indígenas son puro varones, casi nos discriminan, nos marginan a las mujeres, aunque sean dirigentes, las esposas de dirigentes están en la casa, están metidas, solamente ellos salen a los encuentros, al final no hay que ser machistas pero ellos lo que hacen es eso.
¿Se busca erradicar el machismo y sensibilizar la población para lograr la equidad de género?
Hilda – Sí, esto es que hemos visto. Hay que concientizar a los varones, porque había mucha violencia familiar en pueblos Shipibos, también como en cualquier parte. Muy machistas que eran. Ahora, poco a poco. Concientizar es muy difícil, tener la equidad de género, pero estamos siguiendo, haciendo, diciendo a las mujeres: no queremos ser más que los varones, sino estar igual. Y eso es lo que siempre digo, que hay que ser igual, no pensar que somos menos, a veces las mujeres piensan que dependen del esposo. Si tú decides, hay que conversar con el esposo, tengo derecho de conversar con el esposo, no hay que dejar de lado, uno hay que compartir con él o con todos.
¿Qué pasó al participar de una segunda oportunidad en la Red de Mujeres?
Hilda – Participé en el 2004 en encuentro continental en Lima. Después, me perdí. No sé cómo no tenía nada de información, por eso no participé la última vez...
Seguramente, Betty estará contactando contigo, porque ella está muy interesada en conocer qué ha sido de tu vida, de tu participación, qué estás haciendo por la organización de mujeres.
Hilda – Ahorita, estoy trabajando, capacitando. Estoy trabajando no solamente con mujeres, sino con los varones, capacitando en el presupuesto participativo; también que conozcan sobre el proceso de descentralización. Porque cada gobierno que entra hace su plan y tenemos que hacer conocer para que ellos también sean informados y hagan su aporte también ante sus autoridades y ese trabajo es lo que estoy haciendo. Pero no sabía, perdí contacto con la Red. Participé el año 2004, 2005, en Tarapoto, también fui a exponer mi experiencia con las otras hermanas indígenas y después ya me perdí, no me comuniqué, no sé. Habrán comunicado en Cipa, pero no sé, no me habrán comunicado, eso no sé.
¿Cuál es tu opinión con respecto a la Red? ¿Qué sueños tienes respecto a la Red?
Hilda – Pienso en seguir a trabajar con mujeres, porque nosotras como mujeres tenemos que seguir aprendiendo muchas cosas y lo que aprendemos tenemos que compartir con los demás. Eso es lo que yo pienso: que puedo, si hay contactos conmigo, compartir con ellas, qué es lo que estoy haciendo, qué trabajo estoy haciendo acá en la región Ucayali con las mujeres.
Me comentaste que en la actualidad eres la coordinadora de la mesa de concertación. ¿Qué experiencias a favor de las mujeres te ha dado ese trabajo como coordinadora de la mesa de concertación?
Hilda – Este también me dieron oportunidad. Me eligieran de coordinadora de los pueblos indígenas a nivel de la región Ucayali – son catorce pueblos indígenas que existen acá. Yo tengo que trabajar, no solamente con las mujeres, sino por los catorce pueblos indígenas. Qué problemas tenemos acá, qué propuestas podemos entregar ante al Estado para que nos reconozcan, qué facilidades nos pueden dar como pueblo indígena. Y ese trabajo yo lo hice. Mañana es la reunión que estoy convocando para salirme, porque hay también personas que pueden ocupar ese cargo. Y eso es lo que estoy haciendo. Mañana, si me eligen nuevamente, puedo ocupar. Les voy a decir que yo ya tengo experiencia en eso, otros también que aprendan.
¿Significa que otros asumirán la responsabilidad en la mesa de concertación?
Hilda – Claro, eso sería bueno, porque uno no entra sabiendo todo el tiempo, tiene que aprender muchas cosas y eso es que voy a hacer, no voy a dejar totalmente, sino más bien voy a aportar, voy a luchar por las mujeres y por los pueblos indígenas.
Bien, gracias por compartir con nosotros una parte de tu historia, de tu vida, de las acciones positivas que vienes haciendo para mejorar la calidad de vida de la comunidad, de los pueblos indígenas de la región Ucayali.
Hilda – Gracias, te agradezco esta visita y hay que seguir. Voy a seguir luchando. Más que todo, el sueño lo tenemos. Gracias
¿Puedes enviar un saludo en tu idioma y traducirlo?
Hilda – Sí, voy a mandar saludos a Betty, que siempre hemos estado en contacto, pero perdí ahora nuevamente. Saludos y felicitaciones para ella también, que está trabajando en Tarapoto por las mujeres y los pueblos indígenas y eso es bueno. Cuando uno que esté ahí tiene que luchar por las mujeres y por los demás.
Enra mato irake akai maton ainbobokopi maton tee akaitian ichabires irake
¿Qué le has dicho?
Hilda – Le felicité porque está trabajando por las mujeres y que sigas luchando por las mujeres. Gracias.
Gracias, Hilda.
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